El fútbol argentino atraviesa una realidad financiera cada vez más preocupante, que amenaza directamente la competitividad de sus clubes frente al resto de la región. Aunque los equipos nacionales continúan mostrando entrega y capacidad deportiva en los torneos continentales, los números revelan una inferioridad económica absoluta, especialmente en comparación con el fútbol brasileño.
El reciente título de Estudiantes de La Plata en el Torneo Clausura de la Liga Profesional 2025 dejó en evidencia esta brecha. El conjunto platense se consagró campeón, pero el premio económico recibido resulta ínfimo en el contexto regional, reflejando la debilidad estructural del torneo local.
Un premio que no resiste comparación
Por la obtención del campeonato, Estudiantes percibió un monto fijo de US$ 500.000, otorgado por la Conmebol, más el 70% de la recaudación de la final, lo que eleva el ingreso total a un estimado de entre US$ 1,6 y US$ 2,1 millones.
La cifra queda muy lejos de los premios que se entregan en Brasil. Flamengo, campeón del Brasileirao, embolsó US$ 10 millones solo por ganar la liga, casi cinco veces más que el campeón argentino. Pero el dato más contundente es que incluso el campeón de la Serie B de Brasil, Coritiba, recibió US$ 648.000, superando el premio base del torneo argentino.
A su vez, ligas de menor peso internacional como la uruguaya y la boliviana otorgan alrededor de US$ 1 millón a sus campeones, superando también a la AFA en la distribución de premios.
Copa Argentina: una brecha aún mayor
La desigualdad se profundiza al comparar los torneos de copa. La Copa do Brasil, considerada el producto premium de la Confederación Brasileña de Fútbol, entregó en 2024 más de US$ 16,6 millones al campeón. En contraste, la Copa Argentina repartió apenas US$ 58.000, marcando una diferencia estructural superior al 27.000%.
Televisión, inversiones y un modelo agotado
La raíz del problema está en los ingresos. Brasil recauda alrededor de US$ 600 millones anuales por derechos de televisión domésticos, mientras que la Liga Profesional argentina percibe cerca de US$ 120 millones, cinco veces menos.
A esto se suma la implementación del modelo de Sociedade Anônima do Futebol (SAF) en Brasil, adoptado por más de 100 clubes, que facilita la llegada de capital privado y profesionaliza la gestión. En Argentina, en cambio, el sistema de asociaciones civiles sin fines de lucro limita la inversión y obliga a los clubes a depender casi exclusivamente de la venta de juveniles para equilibrar sus finanzas.
Mientras la brecha económica continúa ampliándose, el fútbol argentino sostiene su competitividad a fuerza de talento y esfuerzo, pero con un modelo que muestra claros signos de agotamiento y que pone en riesgo su futuro en el escenario regional.
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