El Papa Francisco falleció este lunes a las 7:35 de la mañana, hora local en Roma, según lo informado por el Vaticano. La noticia de su partida pone fin a una era marcada por su dedicación incansable por la paz, la justicia social y el diálogo interreligioso. Su última aparición pública tuvo lugar el domingo 20 de abril, durante la misa de Pascuas, cuando, visiblemente debilitado por su salud, se presentó ante miles de fieles desde el balcón de la basílica de San Pedro.
En esta última bendición “Urbi et Orbi”, el Papa, quien ya hacía uso de una silla de ruedas, reafirmó su compromiso con los principios fundamentales que guiaron su pontificado: la libertad religiosa, el respeto por las opiniones ajenas y la paz mundial. A pesar de su evidente fragilidad física, su mensaje fue claro y resonó con fuerza en los corazones de los 35.000 fieles presentes en la Plaza de San Pedro. “No puede haber paz sin libertad religiosa y respeto por las opiniones de los demás”, afirmó.
El discurso de Francisco no solo tuvo un fuerte tono espiritual, sino también político y social. El Papa instó a los líderes mundiales a alejarse de “la lógica del miedo que aísla” y los instó a utilizar los recursos públicos para asistir a los más necesitados. En su mensaje, subrayó que “estas son las armas de la paz: las que construyen futuro, no las que siembran muerte”. Se refirió con urgencia a la situación en Gaza, pidiendo un cese al fuego inmediato, la liberación de rehenes y el envío de ayuda humanitaria.
La Pascua de 2025 fue, sin saberlo, la última Semana Santa de Francisco. A pesar de haber sido dado de alta recientemente después de 38 días de internación debido a una neumonía bilateral, su salud lo limitó en su participación en los actos litúrgicos. Sin embargo, su espíritu incansable lo llevó a cumplir con una de sus tradiciones más entrañables: la visita a la cárcel de Regina Coeli, un acto que realizaba cada Jueves Santo desde 2013. En silla de ruedas, compartió palabras de aliento con los reclusos, destacando la importancia de la esperanza en medio de la adversidad.
El Papa, aún en sus últimos días, continuó con su labor pastoral. Recibió al personal del hospital Gemelli, donde había estado internado, como un gesto de gratitud por su cuidado. La imagen del Papa Francisco en el balcón de San Pedro, débil pero firme en su fe y compromiso, quedará grabada en la memoria colectiva como el último acto de un pontificado que estuvo marcado por la humildad, la cercanía y el amor por los más pobres.
Su partida es un adiós silencioso, pero lleno de elocuencia y coherencia con el mensaje que predicó durante más de una década al frente de la Iglesia Católica.
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