Los infartos agudos de miocardio continúan siendo la principal causa de muerte en Argentina, con una incidencia levemente por encima de la media mundial. A pesar de que muchos de sus factores de riesgo se pueden prevenir o controlar mediante seguimiento médico, su impacto se mantiene y preocupa especialmente la aparición de casos en pacientes cada vez más jóvenes.
“La incidencia aumenta de forma significativa a partir de los 45 años en los hombres y de los 55 en las mujeres, aunque la creciente prevalencia de obesidad y diabetes está llevando a presentaciones más tempranas. Los hombres muestran mayor riesgo en la mediana edad, pero en la población femenina la pérdida del efecto protector de los estrógenos tras la menopausia reduce la diferencia e incluso puede revertirla en edades avanzadas”, explica el doctor Juan Pablo Costabel, jefe de la Unidad Coronaria e Internación del ICBA Instituto Cardiovascular.
Entre los principales factores de riesgo se encuentran la obesidad, diabetes, hipertensión arterial, dislipidemia, tabaquismo, sedentarismo y antecedentes familiares de enfermedad coronaria precoz. A estos, el especialista suma elementos que, aunque no se incluyen en las señales de alerta tradicionales, aumentan el riesgo: estrés crónico, trastornos del sueño y descanso insuficiente, que favorecen la disfunción endotelial, la hipertensión y procesos inflamatorios.
Prevención: hábitos que salvan vidas
La buena noticia es que gran parte de los eventos cardiovasculares se pueden prevenir. En el Día Mundial del Corazón, que se conmemora este lunes 29 de septiembre, los especialistas buscan concientizar sobre la importancia de cuidar la salud cardiovascular.
“Se estima que 8 de cada 10 infartos se podrían prevenir si se adoptan hábitos saludables y se realizan controles médicos periódicos. Factores como obesidad, hipertensión, sedentarismo y colesterol alto son ‘modificables’, lo que significa que podemos intervenir para reducir riesgos”, detalla el doctor Costabel.
Entre las recomendaciones:
- Actividad física: al menos 150 minutos de ejercicio aeróbico moderado por semana.
- Alimentación saludable: incorporar frutas y verduras, reducir carnes rojas y evitar alimentos ultraprocesados.
- Estilo de vida: no fumar, limitar el consumo de alcohol, reducir el estrés y priorizar un buen descanso nocturno.
- Controles médicos: seguir indicaciones sobre medicación para glucemia, presión arterial y colesterol cuando sea necesario.
Adoptar estos hábitos simples puede marcar la diferencia en la prevención de infartos y en la mejora de la calidad de vida, resaltando la importancia de cuidar el corazón a cualquier edad.
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