La estatua de Lionel Messi ubicada en la tradicional esquina de Moreno y Santa Fe, en pleno centro de Mar del Plata, amaneció este lunes brutalmente vandalizada. El monumento —una réplica del capitán de la Selección levantando la Copa del Mundo— apareció con las piernas arrancadas y visibles destrozos que dejaron a la figura prácticamente destruida frente al café El Nuevo Mundial.

El ataque generó indignación entre vecinos y turistas que transitan la zona. No es la primera vez que el homenaje sufre este tipo de actos: hace poco más de un año, el busto había sido decapitado en otro episodio de vandalismo. Aquella agresión motivó al restaurante, que instaló la estatua en 2018, a reconstruirla por completo en 2024 tras la consagración mundialista en Qatar, reforzando su carga simbólica para la ciudad.

El nuevo ataque ocurre en medio de un clima enrarecido dentro del fútbol argentino. En las últimas semanas, la tensión entre el Gobierno nacional y la AFA se profundizó entre reclamos cruzados, polémicas arbitrales y decisiones deportivas que alimentaron la confrontación pública: desde la consagración de Rosario Central hasta la sanción a Estudiantes por su repudio en el pasillo al Canalla, pasando por la disputa política por el control institucional del deporte más popular del país.

Si bien no hay pruebas que vinculen directamente este hecho con ese escenario de conflictos, lo cierto es que se inscribe en un contexto de malestar generalizado y expresiones de enojo hacia la dirigencia futbolística. En esta ocasión, la estatua de Messi —un símbolo de orgullo nacional— volvió a ser blanco de la violencia irracional.

Por el momento, no hay personas identificadas ni cámaras que permitan reconstruir lo sucedido durante la madrugada. El homenaje permanecerá resguardado mientras se evalúan los daños y se define si volverá a ser restaurado.