Pese a la presión generada por la incertidumbre electoral y el aumento del precio de la carne en el tramo final del año, la inflación de 2025 cerrará en su nivel más bajo desde 2017, marcando un quiebre significativo respecto de la dinámica inflacionaria de los últimos años.

Con un acumulado del 27,9% entre enero y noviembre y una proyección para diciembre de entre 2,5% y 2,8%, la variación anual se ubicará por debajo del 32%. Incluso en un escenario más adverso, con un registro mensual del 3%, la inflación anual no superaría el 31,7%, consolidando una fuerte desaceleración frente a los niveles heredados.

El descenso se explica en gran medida por el cambio de rumbo económico aplicado desde el inicio del gobierno de Javier Milei, tras un 2023 que finalizó con una inflación del 211,4%, con una aceleración particularmente marcada en los últimos meses del año.

Durante la gestión de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, la suba de precios acumulada alcanzó el 1.146%. En ese contexto, la reducción de casi 100 puntos porcentuales lograda en el primer año de la actual administración, aun con una contracción del PBI del 1,7%, aparece como uno de los principales hitos del inicio del nuevo ciclo económico.

A lo largo de 2025, la inflación mostró una tendencia ascendente desde mayo, impulsada principalmente por la actualización de tarifas de servicios públicos y, desde noviembre, por el encarecimiento de la carne. En sentido contrario, la apertura importadora funcionó como ancla de precios en rubros como textiles, indumentaria, calzado y electrodomésticos.

El pico inflacionario mensual del año se registró en marzo, con un 3,7%, mientras que entre mayo y agosto los registros se mantuvieron por debajo del 2%, una dinámica que luego se revirtió en el último trimestre.

De cara a 2026, el Presupuesto aprobado en el Senado proyecta una inflación del 10,1%, una estimación que quedó desactualizada frente a los recientes cambios en el esquema cambiario y la evolución de los precios. No obstante, si se cumplen las proyecciones privadas, el próximo año podría registrar la menor suba del Índice de Precios al Consumidor en los últimos 15 años.

Analistas advierten que, en una economía atravesada por medio siglo de alta inflación y un profundo deterioro social, la consolidación de este proceso dependerá de que la desaceleración inflacionaria sea acompañada por crecimiento sostenido, recuperación del empleo y mejora de los ingresos reales.