En el octavo día del conflicto abierto entre Israel e Irán, el gobierno israelí confirmó que la campaña militar continuará y podría prolongarse en el tiempo, tras lanzar una ofensiva aérea masiva contra Teherán, mientras el territorio israelí vuelve a ser blanco de misiles balísticos.
La Fuerza Aérea de Israel atacó la capital iraní con 60 aviones de combate y 120 municiones guiadas, apuntando a centros vinculados al programa de misiles y al desarrollo nuclear. Según el ministro de Asuntos Exteriores, Gideon Saar, el operativo logró “retrasar dos o tres años” los avances iraníes hacia una posible bomba atómica.
Horas después, Irán respondió con una nueva andanada de misiles que alcanzaron principalmente el norte y el sur de Israel, provocando la muerte de una mujer y dejando 44 heridos, incluidos dos en estado grave. Las ciudades de Haifa y Beersheba fueron nuevamente atacadas. En Haifa, incluso una mezquita fue dañada, reflejando la dimensión indiscriminada de los impactos.
El primer ministro Benjamin Netanyahu visitó Rehovot, donde un misil alcanzó el Instituto Weizmann, y aseguró que Israel “está dispuesto a pagar el precio” para eliminar lo que considera una amenaza existencial. En tanto, el jefe del Estado Mayor, Eyal Zamir, advirtió que el país atraviesa una etapa crítica y que se avecinan “días difíciles”.
Por su parte, el presidente Isaac Herzog hizo un llamado a la unidad nacional y remarcó que el conflicto también golpea a la población musulmana israelí, recordando el caso de cuatro mujeres árabes que murieron en Tamra por un misil iraní. “Defenderemos a todos los israelíes, sin distinción de credo”, declaró.
A nivel internacional, el embajador israelí ante la ONU, Danny Danon, afirmó que Israel no cesará su ofensiva hasta desmantelar por completo el programa nuclear iraní. Desde Teherán, su par Amir Saeid Iravani advirtió sobre el riesgo de una escalada si Estados Unidos decide involucrarse directamente.
Mientras tanto, las alertas antimisiles se repiten a diario en los teléfonos celulares en Israel, obligando a la población a refugiarse en búnkers. La incertidumbre y la angustia crecen entre la ciudadanía. “No creo en esta guerra”, dijo Dana, una psicoterapeuta de Tel Aviv. “Netanyahu está tomando riesgos innecesarios, y ya no sabemos cuál es el propósito real”.
En medio de la tensión creciente, las gestiones diplomáticas continúan en Ginebra, mientras el mundo observa con preocupación el avance de un conflicto que amenaza con desbordar las fronteras regionales.
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